Entre pinos y robles conviven tejos, acedos, chopos, avellanos y si tienes suerte ese día paseando, a parte de caballos, puedes ver corzos y nutrias. Pero no ese día no tuvimos suerte y no encontramos esos maravillosos animales que si te quedas quieto y en silencio te sorprenderán. Sin embargo si pude ver otras cosas que me hacen completamente feliz.
Pude ser espectadora de excepción de las miradas, risas, abrazos y algún que otro beso que se dedicaron esa mañana de otoño en la que el silencio lo inundaba todo y las hojas que habían caído de los árboles formaba un gran manto ocre bajo sus pies.
Mientras revoloteabamos a su alrededor yo no podía dejar de pensar en esa canción “culegate de quien te quiera, no te mueras más que por amor”.
Colgados el uno por el otro. Te miro con amor sincero. Te acaricio y en este momento solo existimos los dos.