La boda en la Alcudia de Magalí y Luis
Si no estuviste en nuestra boda en La Alcudia por mucho que yo me esmere en contar lo qué sucedió me voy a quedar corta. Me hago gracia a mi misma cuando digo, nuestra boda. Parece que no fuera de nuestros novios y fuera nuestro reportaje de boda, pero es que cada uno de ellos lo vivimos tan intensamente… que no es posible no identificarnos como los protagonistas del día. Para empezar a contaros os diré que fue una boda de grandes reencuentros, y eso se notaba en las caras de todos los invitados a esta gran fiesta. En la explanada de la ceremonia civil fuimos testigos de grandes sonrisas, de efusivos abrazos y posteriormente de lágrimas de emoción. Luis en su papel de perfecto anfitrión no paro de dar abrazos y estrechar manos a diestro y siniestro mientras esperaba la hora del comienzo de la ceremonia.
Y en el momento justo apareció la novia, relinda como ninguna. Del brazo de su padrino realizó su entrada, ataviada con su mejor sonrisa. Y siempre lo digo y lo pienso, la sonrisa de las novias es su mejor complemento. Ni las flores, ni el vestido, ni nada que lleve puesto ese día la hacen más bella que esa sonrisa que luce al entrar. Y ver la emoción en los ojos del novio mientras ellas se va acercando al altar no tiene precio, para todo lo demás… ( no voy a acabar la frase que imagino a todos les suena).
El momento «toma 2» de la boda en La Alcudia
Y ese fue el comienzo de la boda en la Alcudia. Le siguió una ceremonia emotiva, con miradas cómplices. Lecturas en las que se nos daba la oportunidad de conocer un poco más la historia de Magalí y Luis. Y en esta boda ocurrió lo que muchas veces nos tememos los fotógrafos de boda. Cuando te enfrentas a un reportaje sabes que hay momentos únicos e irrepetibles. Momentos que no puedes perder, en los que no puede fallar nada y sin los cuales el reportaje de boda estaría incompleto. Siempre bromeamos diciendo que no podemos parar la ceremonia y volver a repetir las fotos por ejemplo de los anillos. A mi me da un sincope si se me ocurre hacer una cosa así. Sin embargo y por primera vez en mi carrera como fotógrafo he repetido una toma. Y no es porque no estuviéramos atentos o nos fallaran las cámaras en ese instante ( que todo puede pasar). No, no fue así. Terminó la ceremonia y los novios salen entre aplausos, vítores y demás. Y nosotros cámara en mano inmortalizando el momentazo. Así que cuando terminan el paseo me dice Magali: «Patricia este es el momento de irnos a hacer las fotos» y yo pienso: no me he visto en otra que tardar 30 segundos para llevarnos a los novios a hacer exteriores. Sin embargo se me enciende la lucecita y comento: Pero nena… ¿y el arroz? Oooomaita, que nadie había tirado arroz. Ahhh no no, mis novios no se quedan sin esas fotos. Así que volvimos a repetir la salida ya en toda regla, con su arroz y sus pétalos. Faltaría más.
Y perdonadme pero podría seguir contando anécdotas de la boda. Como el pequeño concierto que les ofrecieron al finalizar el convite o el concurso de baile que organizaron para animar la fiesta. Sin embargo eso lo dejo solo en fotos. Allí se vivió un fiestón.
Magali, Luis gracias por todo.
